CASO ENRON
El Escándalo Enron, revelado en octubre de
2001, condujo a la quiebra de Enron, una empresa estadounidense de energía con
sede en Houston, Texas, y a la disolución de Arthur Andersen, que era una de
las cinco sociedades de auditoría y contabilidad más grandes del mundo. Además
de ser la reorganización por bancarrota más grande en la historia de Estados
Unidos para la época, se le atribuyó la mayor falla en auditoría.
Enron fue formada en 1985 por Kenneth Lay, después
de la fusión de Houston Natural Gas e InterNorth. Varios años más tarde, cuando
Jeffrey Skilling fue contratado, desarrolló un equipo de ejecutivos que, a
través del uso de lagunas de contabilidad, entidades de propósito especial e
informes financieros pobres, fueron capaces de esconder miles de millones en
deudas de ofertas y proyectos fallidos. El director de finanzas Andrew Fastow y
otros ejecutivos no solo engañaron a la junta directiva y al comité auditor de
Enron sobre las prácticas contables de alto riesgo, pero también presionaron a
Andersen a ignorar los problemas.
Los accionistas perdieron cerca de $11 mil millones
de dólares cuando el precio de la acción de Enron, que llegó a un máximo de US$
90 por acción a mediados del año 2000, se desplomó a menos de $1 a fines de
noviembre de 2001. La Securities and Exchange Commission (SEC) comenzó una
investigación y su rival competidor Dynegy ofreció comprar la empresa a un
precio de ganga. El acuerdo fracasó y, el 2 de diciembre de 2001, Enron se
declaró en bancarrota bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados
Unidos. Unos activos ascendentes a $63,4 mil millones convirtieron la quiebra
de Enron en la mayor bancarrota corporativa en la historia de Estados Unidos
hasta la quiebra de WorldCom el año siguiente.
Muchos ejecutivos de Enron fueron acusados de una
variedad de cargos y fueron, posteriormente, sentenciados a prisión. El auditor
de Enron, Arthur Andersen, fue encontrado culpable en una corte distrital de
Estados Unidos; pero, para cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó
la sentencia, la compañía había perdido a la mayoría de sus clientes y había
cerrado. Los empleados y accionistas recibieron devoluciones limitadas en
juicios, a pesar de perder miles de millones en pensiones y precios de las
acciones. Como una consecuencia del escándalo, se promulgaron nuevas
regulaciones y leyes para ampliar la exactitud financiera de las compañías
públicas. En particular, la Sarbanes-Oxley Act expandió las repercusiones por
destruir, alterar o fabricar registros en investigaciones federales o por
tratar de estafar a los accionistas. La ley también aumentó la responsabilidad
de las empresas auditoras de permanecer neutrales e independientes de sus
clientes.
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